¿Por qué promover la profesionalización de la evaluación? Las razones pueden encontrarse en cuatro diferentes niveles interrelacionados:
La profesionalización crea un beneficio mutuo para todos. Al igual que otras profesiones de la “economía del conocimiento” en auge alrededor del mundo, es importante llevar a cabo esfuerzos nacionales, regionales e internacionales que permitan avanzar hacia definiciones colectivas de buenas prácticas y estándares de calidad.
Por otra parte, las personas evaluadoras deben reflexionar en torno a sus propias habilidades y experiencia, así como sobre la importancia del desarrollo profesional continuo para actualizarse en la aplicación de varios modelos, enfoques, herramientas y métodos.
La profesionalización de la evaluación conllevaría una mayor rendición de cuentas en términos de transparencia, calidad e integridad. Asimismo, aumentaría el reconocimiento del campo de la evaluación como una profesión consolidada, haciéndola más atractiva a nuevos participantes.
Los clientes también se beneficiarían de la profesionalización de la evaluación, pues las personas responsables de encargar o solicitar las evaluaciones y/o los gerentes de las mismas, tendrían mayores garantías de que las evaluaciones contratadas serían de mejor calidad, así como una perspectiva más clara respecto a lo que deben o podrían esperar de un evaluador profesional.
Sin embargo, la profesionalización de la evaluación plantea algunos riesgos para las personas, las instituciones y los sistemas. A nivel individual, una mayor profesionalización probablemente signifique que aquellos que no siguen los estándares de la práctica profesional, podrían dejar de ser contratados para prestar sus servicios. La profesionalización podría desalentar diseños metodológicos innovadores, promover la conformidad y la adopción de enfoques homogéneos. A nivel institucional y sistémico, se corre el riesgo de que los servicios de un grupo de evaluadores profesionalizados y organizados sean rechazados por instituciones que no están dispuestas a adaptarse a partir de los hallazgos que resulten de las evaluaciones, o por quienes consideran que la evidencia objetiva de una evaluación puede significar que se hagan públicas "verdades inconvenientes". Esto podría traer como consecuencia que un servicio profesional sea evitado o socavado por instituciones o sistemas opuestas al desafío al estatus quo que una evaluación puede generar. Al final, sin embargo, "los riesgos genéricos (diversidad metodológica restringida, capacitación rígida y estandarizada, acceso bloqueado a profesionales talentosos, la primacía de los intereses de las y los evaluadores por sobre los de sus clientes), parecen ser fácilmente manejables" (Picciotto, 2011).
Entonces, algunas preguntas para ustedes, líderes de las VOPE: ¿qué problemas se generarían de llevarse a cabo un proceso de profesionalización de la evaluación en su país? ¿Qué beneficios creen ustedes que podrían obtener las y los evaluadores individuales, quienes encargan o solicitan las evaluaciones y/o los gerentes de las mismas de llevarse a cabo tal proceso? ¿Cuáles serían los beneficios que traería para su VOPE y para su país el impulsar la profesionalización de la evaluación? ¿Qué riesgos asociados creen que pudieran generarse de llevarse a cabo un proceso como tal en su país? ¿Cómo podrían mitigarse estos riesgos?
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